A bordo del Super Puma
Sobrevuelo Iraq. ¡Qué gran país visto desde el aire!.
- Comandante, ¿tan ancha es Castilla que nos salimos del mapa, ¡eh!?.
- Sí, Sr. Presidente.
Me gusta hacer pequeñas bromas a nuestros hombres. Son necesarias para desdramatizar y aflojar la tensión. Me pregunto, como en otras ocasiones, si no son estos matices los que me permiten liderar de forma natural intereses complicados y contrapuestos, como es el caso de la Guerra Contra el Terrorismo.
A bordo del Super Puma y camino de Diwaniya, mi mirada se pierde por ciudades desconocidas, pueblos que nunca volveré a ver y gentes que ignoran mi existencia. Quizás dentro de un tiempo sea invitado por la Universidad de Bagdad y pueda explicar a este pueblo milenario cómo España fué esencial para su liberación. ¿Me construirán una estatua al estilo Saddam?. No lo sé. Puede que tengan esa costumbre. No me negaría, esa es la verdad. ¡Qué cada pueblo decida sus monumentos!.
Qué bonito paisaje y ¡qué cielo tan azul!. Me gusta Iraq.
Hay demasiado nerviosismo a mi alrededor. Temen que nos disparen un misil. Calma. No pasa nada. La resistencia iraquí no es más que un atajo de terroristas malnacidos. Sé como manejarlos. Sé de lo que hablo. En España tenemos a ETA y sabemos que representan. No nos pueden engañar.
Camino de Diwaniya, a bordo del Super Puma artillado, cargado de turrones y embutidos, me siento el verdadero Presidente. El que siempre soñé. Y allá abajo se extiende Iraq, como si fuera la prolongación de nuestras Comunidades Autónomas. De nuestra patria.
- Sr. Presidente, llegamos a Base España.
- Gracias, Comandante. Con ese nombre parece que otra vez hacemos las Américas, ¿no es verdad?.
- Sí, Sr. Presidente.
¡Ja!
- Comandante, ¿tan ancha es Castilla que nos salimos del mapa, ¡eh!?.
- Sí, Sr. Presidente.
Me gusta hacer pequeñas bromas a nuestros hombres. Son necesarias para desdramatizar y aflojar la tensión. Me pregunto, como en otras ocasiones, si no son estos matices los que me permiten liderar de forma natural intereses complicados y contrapuestos, como es el caso de la Guerra Contra el Terrorismo.
A bordo del Super Puma y camino de Diwaniya, mi mirada se pierde por ciudades desconocidas, pueblos que nunca volveré a ver y gentes que ignoran mi existencia. Quizás dentro de un tiempo sea invitado por la Universidad de Bagdad y pueda explicar a este pueblo milenario cómo España fué esencial para su liberación. ¿Me construirán una estatua al estilo Saddam?. No lo sé. Puede que tengan esa costumbre. No me negaría, esa es la verdad. ¡Qué cada pueblo decida sus monumentos!.
Qué bonito paisaje y ¡qué cielo tan azul!. Me gusta Iraq.
Hay demasiado nerviosismo a mi alrededor. Temen que nos disparen un misil. Calma. No pasa nada. La resistencia iraquí no es más que un atajo de terroristas malnacidos. Sé como manejarlos. Sé de lo que hablo. En España tenemos a ETA y sabemos que representan. No nos pueden engañar.
Camino de Diwaniya, a bordo del Super Puma artillado, cargado de turrones y embutidos, me siento el verdadero Presidente. El que siempre soñé. Y allá abajo se extiende Iraq, como si fuera la prolongación de nuestras Comunidades Autónomas. De nuestra patria.
- Sr. Presidente, llegamos a Base España.
- Gracias, Comandante. Con ese nombre parece que otra vez hacemos las Américas, ¿no es verdad?.
- Sí, Sr. Presidente.
¡Ja!
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