La distancia es el olvido

Y ese recuerdo me dejó una sensación agridulce. Nada que ver con estos días, por cierto, que han sido especialmente gratos. Millones de ciudadanos de bien han salido a la calle para manifestar su rechazo a la política suicida y liberticida del gobierno comunista. La familia no es un ente abstracto: es nuestro contenedor de recuerdos y sensaciones.
Un olor me hizo recordar mi infancia. A mi familia. Todos los niños necesitan background (sigo en los EE.UU.) y reflexión. ¿Acaso los homosexuales permiten un más allá de lo efímero y circustancial?. De todos es bien conocida su obsesión por la promiscuidad. ¿No será este recuerdo el que permanecerá en la conciencia de esos desgraciados niños asilvestrados y cruelmente manipulados?.
Nuestra sociedad se iraquiza, se balcaniza pasito a pasito. ¿Contaremos con los Estados Unidos para salvar esta situación dramática?.
No lo creo, ellos están cansados de darnos todo lo suyo, de ofrecerse desinteresadamente para procurarnos bienestar y libertad.
Olvidaremos nuestro pasado que se nos aparecerá a ráfagas de instantáneas difusas.
Todo está perdido. Hasta mi querida Galicia.
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