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jmaznar

Mi medalla

Mi medalla Ha sido un honor hablar ante la cámara de representantes de EE.UU. (¡Felipe jamás lo consiguió). Lástima que no hubiese lugar al turno de preguntas y réplicas. Me gusta dar respuesta a las inquietudes de los parlamentarios, mucho más receptivos a mis palabras que en el Parlamento español. Buena gente.

En realidad, congresistas apenas había, puesto que los escaños estaban ocupados por preciosas estudiantes, amables becarias y becarios, seguramente serviciales. Pero me ha dado igual: hablar allí, aunque fuese para mí mismo, es suficiente (además, Cheney me ha prometido la medalla del Congreso).

Les he aclarado algunas dudas sobre las armas de destrucción masiva. La verdad, no sé porque George estaba tan nervioso. Yo creo que se quedaron bien convencidos de que esas armas seguramente estarán en alguna parte. Es lógico, en algún sitio tendrán que estar, ¿no?. No habrán desaparecido por arte de magia.

Luego me despedí de los populares europeos. Siento una pena tremenda por abandonar la política. Pero quiero seguir luchando y aportando mi granito de arena en la erradicación del terrorismo, el comunismo y el hipismo en general.

Una personalidad tan inquieta como la mía puede ser muy útil en la lucha por nuestro modo de vida.

Doy vueltas a trasladarme a Miami y desde allí diseñar campañas contra Castro y por la libertad de todo el Caribe.

Estoy entusiamado con la idea.

Me pongo.

4 comentarios

Lazy -

Insisto, Chemi: ¡¡ Nunca debiste salir de Valladolid !!

Anónimo -

Por favor, no interrumpan al Sr. Presindente mientras reflexiona. Sólo él y su gran visión internacional puede garantizarnos un mundo en paz.

Raquel -

Datos actualizados ;)

Iñigo -

Recuerdo ahora su entrevista con ese gran periodista que era Sáenz de Buruaga sobre la amenaza de Sadam. Ya sabe, ésa de puede estar seguro y pueden estar seguros todas las personas que nos ven... ¿Me podría mandar una copia?