Señales de fuego
"Señales de fuego", es un genial libro autobiográfico del escritor portugués Jorge de Sena.
Señales. La realidad iraquí lanza señales. Es un cuadro postmoderno, donde no existe "guerra" y, verbigracia, los norteamericanos cavan trincheras como las de la Primera Guerra Mundial en Faluya;donde el enemigo es terrorista, pero se manifiesta a cara descubierta por las calles de Bagdad reclamando empleo y que cese la ocupación.
En este cuadro están todos los actores: los islámicos locos, los amigos del Mossad preparando el contexto (con un gran edificio en pleno Bagdad), los servicios de espionaje de todo el mundo campando a sus anchas, la resistencia a la ocupación, el propio ocupante inaugurando guarderias a la sueca con niñas cubiertas con burkas, los actores secundarios despedidos de todos los estudios,...
Cada día, la comedia se hace más dura y descarnada. Muy en la línea del realismo sucio y de la generación perdida. Los acompañantes abandonan el barco porque no entienden hasta que punto es necesario prolongar la agonia: hay que creer en ello de verdad. Necesitarlo. El fin del postmodernismo que lanza chispas y alimento, a los amantes del neonihilismo más rancio.
Algunos se empeñan en derribar el decorado y que aparezcan los rostros ligados a lo esencial (dotando de humanidad, aunque sea perversa, a esa realidad tutelada).
Pero otras señales aparecen en el mapa. Otros movimientos. Israel libera después de 18 años al técnico nuclear depositario de secretos del programa israelí. ¿Ahora?. Sí, claro. Es la forma de recordar a todo el mundo que Israel SI tiene armamento nuclear. Libre y además útil, perfecto. Mensaje y persona se juntan en una perfecta simbiosis. Y suerte por este hombre, de otra manera se hubiera podrido en la cárcel o hubiese muerto radioactivado.
Israel entrará en acción dentro de poco en Damasco, bombardeando el centro de la ciudad donde situará, desde Jerusalem, a los nuevos dirigentes de Hamás.
Y será un nuevo salto de calidad en esta comedia que no tiene retroceso (no se negocia, se destruye) aparente, puesto que retroceder, en su ideario, es morir. Se llegó hasta aquí para continuar y acabar.
Aunque sea para casi siempre.
Señales. La realidad iraquí lanza señales. Es un cuadro postmoderno, donde no existe "guerra" y, verbigracia, los norteamericanos cavan trincheras como las de la Primera Guerra Mundial en Faluya;donde el enemigo es terrorista, pero se manifiesta a cara descubierta por las calles de Bagdad reclamando empleo y que cese la ocupación.
En este cuadro están todos los actores: los islámicos locos, los amigos del Mossad preparando el contexto (con un gran edificio en pleno Bagdad), los servicios de espionaje de todo el mundo campando a sus anchas, la resistencia a la ocupación, el propio ocupante inaugurando guarderias a la sueca con niñas cubiertas con burkas, los actores secundarios despedidos de todos los estudios,...
Cada día, la comedia se hace más dura y descarnada. Muy en la línea del realismo sucio y de la generación perdida. Los acompañantes abandonan el barco porque no entienden hasta que punto es necesario prolongar la agonia: hay que creer en ello de verdad. Necesitarlo. El fin del postmodernismo que lanza chispas y alimento, a los amantes del neonihilismo más rancio.
Algunos se empeñan en derribar el decorado y que aparezcan los rostros ligados a lo esencial (dotando de humanidad, aunque sea perversa, a esa realidad tutelada).
Pero otras señales aparecen en el mapa. Otros movimientos. Israel libera después de 18 años al técnico nuclear depositario de secretos del programa israelí. ¿Ahora?. Sí, claro. Es la forma de recordar a todo el mundo que Israel SI tiene armamento nuclear. Libre y además útil, perfecto. Mensaje y persona se juntan en una perfecta simbiosis. Y suerte por este hombre, de otra manera se hubiera podrido en la cárcel o hubiese muerto radioactivado.
Israel entrará en acción dentro de poco en Damasco, bombardeando el centro de la ciudad donde situará, desde Jerusalem, a los nuevos dirigentes de Hamás.
Y será un nuevo salto de calidad en esta comedia que no tiene retroceso (no se negocia, se destruye) aparente, puesto que retroceder, en su ideario, es morir. Se llegó hasta aquí para continuar y acabar.
Aunque sea para casi siempre.
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Noamanda -