Más vale la pena callarse
Hay días, me dice Ana, que vale más la pena callarse. Dice que lo oyó en una misa del vicario Moscuelo, sacerdote jefe de las tropas españolas en Iraq. Ayer soñé, no me creereis, con la cabra-mascota de nuestras tropas. Ya sabeis que es el símbolo de la Legión. En mi sueño, la cabra se devoraba a sí misma mientras bebía una copa de vino tinto de Valladolid. Armada hasta los dientes, se pegaba tiros sin parar. También explotaba por las granadas que dejaba caer, jocosa y risueña -¡cabra loca!, pensé dentro de mi sueño, sonriéndome. Aprovechaba, además, cada evolución para realizar cabriolas y danzas diabólicas. El fuego y un calor abrasador me cegaba. No podía saber qué estaba ocurriendo. ¿Se trataba del infierno?. De golpe, en medio de todo ese cuadro, Paul Bremer, en pelotas, quería mantener una relación sexual con la cabra -lo digo así por decoro, ya que en realidad quería más que eso. Estoy azorado. No sé, y mi pesadumbre es total, que será de mí. Para colmo, no sé donde para Acebes. Hay días, como dice Ana, que más vale la pena callarse.
1 comentario
Amanda -
Así que no vale dinero soñar.
Saludos.